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El Rey Salomón |
Los orígenes históricos de muchas localidades españolas
quedan supeditados, como es lógico, a la documentación arqueológica o a las
posibles referencias que se tengan de ellas en documentos ajenos a su propia
historia. El origen de la ocupación humana del término de Zalamea la Real lo hemos encontrado en los numerosos yacimientos
que cubren gran parte del territorio administrativo zalameño. Pero si buscamos
el origen histórico del actual núcleo de población, la tarea se vuelve más compleja. No son pocas las teorías basadas en leyendas o fábulas que han ido
pasando de generación en generación a lo largo del tiempo hasta llegar a
nuestros días, ofreciendo una génesis más bien romántica, más propia de los
cuentos que de la cientificidad histórica, sobre los primeros pobladores del
pueblo. La búsqueda de similitudes toponímicas entre la literatura y la
realidad han ido enfatizando, a lo largo de los años, ciertas teorías, banales
todas ellas, sobre los primeros asentamientos estables en Zalamea. Y culpa de
ello la han tenido malas interpretaciones de autores de la antigüedad,
revisadas durante el Medievo o la Edad Moderna, y retomadas en los tiempos
contemporáneos por la poética popular, hasta desembocar en las susodichas
invenciones, que peligrosas ellas, acaban en muchos casos por dar respuestas a
cuestiones difícilmente contestables y a pasar a ocupar el espacio de la Historia.
La Leyenda de Salomón es claro ejemplo de ello. La idea de la fundación
salomónica de Zalamea la
Real imperó por mucho tiempo en muchos
manuales de “pseudohistoria”, hasta calar en lo más profundo del ideario popular. Contaba el mito
que la mismísima hija de Salomón, en su periplo por estas tierras en busca de
minerales con que abastecer sus barcos, se asentó en una meseta, que
actualmente se correspondería con la
Plaza de Talero, donde estableció a sus
mesnadas disfrutando de uno de los frutos más ansiados y profusos de la zona:
el agua. De esta manera, Salomea, beneficiándose de las aguas medicinales y
saludables que brotaban de diferentes puntos de esta tierra, pudo crear un
asentamiento permanente que bien pudo ser la génesis del núcleo poblacional de
la actual Zalamea. Tal como indican algunos autores,
la leyenda bien podría tener algún atisbo de veracidad si nos hacemos eco de
las citas bíblicas que hablan de las expediciones de Salomón a Tharsis en busca
de metales preciosos. En concreto del primer Libro de los Reyes (I Re 10,
21-22) de cuyo texto se han nutrido muchos historiadores de la antigüedad para
dar una respuesta concreta a la ubicación de Tartessos. Pero este no es el caso. Asimismo, muchos otros investigadores, a lo largo de la historia, han
querido acercar el mito a la realidad y dar veracidad al relato de la fundación
salomónica de la localidad.
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Salomea, hija del Rey Salomón |
Parece ser que la tradición venía de antiguo, y
posiblemente la leyenda surgió en la Edad Media. La gran riqueza minero-metalúrgica
de la zona y la vinculación comercial de la provincia de Huelva con algunos
pueblos orientales que desarrollaron un comercio más o menos estable con los
indígenas, pudo ser la génesis de esta tradición. Ya en el siglo XVI esta
historia debió de estar asentada en el ideario popular de Zalamea, ya que unos
años más tarde el famoso cronista Rodrigo Méndez Silva, en su “Población General de España” se
hacía eco de ella comentando “...que la mando fundar el
Sapientísimo Rey de Israel Salomón a las gentes que embiava a nuestra Española
Península, como a opulentísimas Indias [...] y quiso la nombrasen Salamea, en
memoria suya hasta hoy perpetuada corriendo años 1024...” Pero como decimos, la tradición sería
anterior al XVI, y como ejemplo de ello, otro de los autores relevantes de la
época, el jesuita Padre Juan de Pineda (¿1513?-¿1593?), en su obra “Salomon praevius id est de rebus Salomonis regis” hablaba de este romance como historia real. La idea fue posteriormente
recogida por Juan Antonio de Estrada, a mediados del siglo XVIII, en su “Población General de España”, manteniendo la idea original, indicando “...
que su fundación fue por este sapientísimo Rey [...]; y quiso la nombrasen
Zalamea en memoria suya, como hasta hoy se conserva, corriendo los años 1024
antes de la Redención; [...] Es tradición de sus moradores, y
permanezca aun cerca de aquí un castillo de aquel tiempo llamado Salomón” . Con toda probabilidad, el autor
hacía referencia a la fortaleza situada en el llamado Cerro Salomón (hoy
desmochado por completo a fuerza de barrenos en los trabajos mineros) y de cuya
nomenclatura también se harían eco los autores para corroborar la presencia
salomónica por estos lares. Obras importantes del XVII también
enfatizan la leyenda salomónica como cierta. Así, Rodrigo Caro, en su obra “Antigüedades y principado de la Ilustrísima ciudad de Sevilla”, haciendo balance de su labor de
Visitador del Arzobispo hispalense, decía que “...los moradores de allí
tienen tradición (assi lo dizen) que las gentes que el Rey Salomón embiava por
oro, y plata a aquella tierra, la
edificaron, y la llamaron del nombre de Salomón, Salamea. En prueva desto
alegan, que un castillo muy antiguo, que cerca de allí esta, desde aquel tiempo
hasta el presente, le llaman el castillo viejo de Salomón, y una de las aldeas,
que este lugar tiene, le llama Abiud, y un rió no lexos de aquí, Odiel, y que
todos ellos son nombres hebreos, impuestos de aquellas gentes, esto es lo que
hoy dezir a los Clérigos y hombres ancianos...”.
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El célebre juicio del Rey Salomón |
El siglo XVIII, a excepción de la obra citada de Juan
Antonio de Estrada que recogía testimonios antiguos, nos ofrece también
documentos relativos a la fundación salomónica de Zalamea. En concreto hablamos
del cuestionario enviado por el geógrafo real Tomás López a las diferentes
parroquias de la actual provincia de Huelva para responder acerca de diferentes
cuestiones para elaborar su trabajo de recopilación. En esta línea encontramos
la respuesta del párroco de Zalamea José Felipe Serrano, diciendo que “...esta villa es antiquísima, de cuyo principio y
fundación no hay memoria. Se llamó Salomea, esto es, Pacífica, cuya
denominación es hebrea por el rey Salomón. Y después de su conquista se llamó
Zalamea, manteniendo la misma etimología en idioma arábigo. Está situada en la
región que se llamó Beturia, que hoy es parte de la Bética, entre los ríos
Guadalquivir y Guadiana. Dista trece leguas comunes al occidente de Sevilla,
entre los ríos Tinto y Odiel, cuya región se llamó Iberia o Tinto. También
Tartesia por el Társis de la Sagrada Escritura y también Turdetania...” Y debemos decir que el
conocimiento del mito se había extendido más allá de las gentes de Zalamea, a
tenor de la respuesta dada por el párroco de Paterna del Campo, Juan Aurioles y Galván, indicando que “...el cerro que llaman de Salomón, y la analogía que tiene
el nombre de la villa de Zalamea, la que dicen haberse llamado antiguamente
Salomea, cuyas circunstancias unidas a la opinión bien común de que la Társis mencionada en la Escritura era este país, hacen creer que las
flotas de Salomón cruzaban estos mares para conducir de estas sierras el mucho
oro y plata que se empleó en la construcción del templo....”
La existencia de nombres hebreos en la toponímia del lugar
también ha favorecido la asimilación de la leyenda como real. Y es cierto que
el pequeño poblado medieval de Abiud, al que haremos referencia más adelante,
posee un nombre hebraico, cuya referencia más próxima la encontramos en la
lectura del Nuevo Testamento al comentarse la genealogía de Jesús (Mt 1, 13). A
este respecto, el mismo Juan de Pineda también citaba a Abiud como prueba de la
presencia de Salomón en la zona. La investigadora Vidal Teruel,
siguiendo a Campos Carrasco, ofrece para la aldea de Abuid el nombre de Abejú,
y le otorga una datación cronológica romana indeterminada. Rodrigo Amador de
los Ríos en su obra “Huelva” indica, al hablar de la aldea de Abiud, que “…alude a la que se encuentra en la sierra que hoy llaman
de Abejú, con lo que se confirma el supuesto de que su nombre primitivo arábigo
fue el de Aben-hud, haciendo referencia ya al famoso Seîf-ud-Dolah de los días
de Alfonso VII, y a al no menos célebre Aben-Hud del siglo XIII....”
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Plaza de Talero |
A mediados del XIX, la literatura científica aún mantenía
en pie la teoría de la fundación de la localidad por Salomón. Así, Joaquín
Ezquerra del Bayo, en sus “Memorias sobre las Minas
nacionales de Río-Tinto” se hacía eco de una información
que había sido encontrada por un albañil en 1816, cuando en su labor de
recorrer el tejado del salón alto del edificio de las Casas Capitulares,
encontró en el desván una lata con esos papeles y con otros muchos, escondida
años antes por el escribano del cabildo para ocultarla de los franceses.
Ezquerra dice que “…el dicho escrito está estendido en una cuartilla de papel
de letra de buena forma y clara, aunque la tinta está sumamente blanca como si
fuera su compostura de puro vinagre”. En ella se indicaba, al hablar de Zalamea la Real que “...el sapientísimo Rey Salomón,
que floreció 992 años antes de Jesuchirsto, habiendo sus naves venido a España,
penetrando sus gentes estas montañas, encontraron las ruinas de Betulia y
Escoriales, trabajaron poderosamente en sacar metales, y en lo eminente de la
montaña formaron un castillo, que hoy se ven sus cimientos,, y se nombra
Castillo de Salomón, que a la falda del monte nace el río Ibero (oy Tinto); y
legua y media hacia el Poniente fundaron una ciudad llamada Solomea, oy día Zalamea la Real, y en los mapas
generales de España, Zalamea del Arzobispo”.
El romanista y arabista Álvaro Galmés de Fuentes, en sus
investigaciones, ya en el siglo XX, tachaba de “disparatadas” la leyenda y origen etimológico que la cultura popular había dado al
origen del topónimo de la localidad.
José Manuel Vázquez Lazo.
Solo para hacer una aclaración. 1 Reyes 6:1 dice: (Y en el año cuatrocientos ochenta* después que los hijos de Israel hubieron salido de la tierra de Egipto, en el año cuarto(Del reinado de Salomón), en el mes de Ziv, es decir, el segundo mes, después que Salomón hubo llegado a ser rey sobre Israel, aconteció que él procedió a edificar la casa a Jehová allí cada uno una viga y hacernos allí un lugar donde morar”. De modo que él dijo: “Vayan”.) Por lo tanto, teniendo en cuenta que la salida de Israel de Egipto(Éxodo) fue en 1513 AEC. Menos 480, da 1033 AEC cuando inicio la construcción del Templo. Para que revise sus fechas, saludos!!
ResponderEliminarEstimado Rafael Torres ¿En qué sentido debo revisar qué fechas? Gracias por el comentario.
EliminarTiene Usted algún documento o conoce de algún resto arqueológico que indique que Zalamea es de origen musulmán? Porque parece que todas las pruebas que indiquen que el origen es hebreo son denostadas y las que indiquen que el origen es musulmán son aplaudidas y este hecho de por sí es llamativo y curioso
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