Afortunadamente, en la actualidad, la gran mayoría de las Hermandades y Cofradías de Andalucía mantienen en boga un importante espíritu de atención al prójimo. Las acciones benéfico-asistenciales de dichos grupos, siempre adecuadas a las posibilidades económicas de las propias hermandades, y conforme a las necesidades de los tiempos, no deja de ser un lógico compromiso haciendo honor a su propia idiosincrasia y a su espíritu cristiano. Hay que aprender a ser la mano que da, no la que hostiga, y por suerte, ya podemos agradecer la inestimable colaboración que ofrecen para cubrir las necesidades de los demás, ye sea de forma directa o indirecta, colaborando económicamente con los grupos parroquiales comprometidos con los más necesitados.
Indicaba el antiguo Código de Derecho Canónico de 1917 que "Las asociaciones de fieles que han sido erigidas para ejercer alguna obra de piedad o de caridad, se denominan pías uniones; las cuales, si están constituidas a modo de cuerpo orgánico, se llaman hermandades". El término Hermandad posee, de este modo, un valor intrínseco formulado por su propia denominación. Este aspecto lo podemos apreciar en Zalamea en todas las Hermandades y Cofradías que componen tradicionalmente el cuerpo parroquial de nuestro pueblo, haciendo gala del indiscutible e substancial espíritu solidario de las gentes de este pueblo.
Haciendo un poco de historia, mirando atrás podemos observar como la Hermandad de San Vicente articuló a lo largo del tiempo sus propios mecanismos de ayuda a los más necesitados. Así, en el mes de febrero de 1934, salió a la luz, bajo el auspicio de la propia Hermandad, un proyecto destinado a rentabilizar el espíritu pío de los hermanos reunidos bajo el patronazgo del Santo. Nacieron de este modo las llamadas Conferencias de San Vicente de Paul, destinadas a las obras de caridad, como aspecto esencial del espíritu cristiano.
Las reuniones del nuevo grupo emanado de la Hermandad de San Vicente se llevarían a cabo semanalmente, citando a los hermanos que así quisieran asistir a la convocatoria, todos los jueves a las cinco de la tarde. Dichas reuniones tenían un orden del día concreto: después de una lectura piadosa, los hermanos asistentes, en su labor principal de ayudar al prójimo, repasaban las necesidades de los enfermos pobres del pueblo para, realizando una especie de base de datos de todas aquellos necesitados zalameños, poder ejecutar las acciones piadosas que hicieran más liviana la pobreza de aquellos.
Tras esto, se realizaría una colecta entre todos los hermanos que acudían a la reunión para configurar una especie de “bolsa de caridad” con fondos suficientes para poder acometer las obras pías. Una vez concretadas las cantidades recaudadas y las necesidades asistenciales del día, se nombrarían a varias parejas de señoras entre las asistentes, para que fueran a las casas de los pobres acogidos ese jueves a entregarles los bonos para la semana, y para, además de hacer honor a ese espíritu piadoso, aprovechar para extender su religiosidad y aliviarles con sus palabras compasivas.
Además de las colectas semanales realizadas dentro del grupo, las Conferencias de San Vicente tenían otra fuente directa de ingresos: para pertenecer a ésta se había estipulado el pago de una inscripción que rondaba la cantidad de 0.50 a 1 peseta.
Citamos como ejemplo los gastos de la Conferencias de San Vicente de sus tres primeros meses de vida. Para los meses de enero, febrero y marzo de 1934 se había recaudado, en base a las cuotas de inscripción y a las colectas, 213.95 ptas, que en principio no alcanzaron la posterior cuota de gastos de la primera acción a favor de los pobres de Zalamea, que fue de 230.60 ptas. Dichos gastos se distribuyeron de la siguiente manera:
LECHE PAN CARNE
FEBRERO 112 litros 7.50 kilos 1 kilo
MARZO 87.5 litros 10.00 kilos -
ABRIL 87.5 litros 17.50 kilos -
Total 287 litros 35.00 kilos 1 kilo
Para terminar, indicar que unos meses después, en agosto, el número de socios había ascendido a 122. Ese mes se recogieron 489 ptas., recaudado más del doble que en sus tres primeros meses de vida. El gasto para ese mes fue de 435 ptas, habiendo un superávit de 53 ptas (recordemos que en abril se había cerrado con un déficit de 16.65 ptas.). Con la nueva recaudación se socorrieron a 62 familias con 557 litros de leche; 104 kilos de pan; y 116 kilos de carne.
No tenemos información sobre cuánto tiempo estuvo actuando este grupo, si sus labores pías las asumió las propia Hermandad con el paso de los años o si las penurias de la guerra y la posguerra, y la posterior dictadura socavaron los bolsillos y la moral de sus integrantes. Pero no cabe duda que en la actualidad, ese espíritu de colaboración de las Conferencias de San Vicente sigue presente en Zalamea la Real a través de los diferentes grupos constituidos en la Parroquia.
José Manuel Vázquez Lazo
Boletín Hermandad de San Vicente Mártir. Año 2007.
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