Entre los muchos
personajes ilustres de la villa de Zalamea la Real , traemos en esta ocasión unas pinceladas
sobre un zalameño que engrandeció durante décadas la escena teatral del país :
el dramaturgo Leovigildo Ruiz Tatay.
Nació Leovigildo en el
mes de julio de 1871, “...en el seno de una familia modesta, pero en la que se conservaban por
tradición las prendas más acrisoladas del alma castellana”. Por avatares de la vida, quedó huérfano de
padre desde muy joven, lo que suponía un verdadero lastre para la economía
familiar. Por ello, y al ser el primogénito de la familia, debió hacerse con la
responsabilidad de ésta, junto con su madre, Aurora Tatay Gil, desde horas muy
tempranas. Ya desde muy joven comenzó a actuar como actor amateur en un pequeño
grupo de teatro local. El antiguo local del Pósito, lugar donde se sitúa el
actual Ayuntamiento de la localidad, se adecuó en 1890 para hacer las veces de
pequeño teatro donde esta compañía de aficionados al arte dramático
desarrollaba su afición y donde representaban al público sus obras. Parece ser
que Leovigildo, además de destacar entre sus compañeros, mostraba verdaderas
dotes interpretativas, lo que le alentó a seguir trabajando en el mundo del
teatro. De este modo, en 1894, con unos 23 años de edad, viajó a Madrid para
abrirse camino en el panorama dramático nacional. Y pronto lo conseguiría, pues
tan solo un año después, entró en la compañía del actor Emilio Mario, para
trabajar en el madrileño Teatro de la Comedia. Allí debutó en la obra de Joaquín
Dicenta, Juan José, con el papel de Cano, un personaje de última fila.
En virtud a su ingenio
interpretativo, en 1896, fue contratado por una nueva compañía, la de Carmen
Cobeña, para realizar una gira por Andalucía. De este modo, en Sevilla, en la
obra de Don Juan Tenorio hizo el
papel de Don Gonzalo de Ulloa, “...personaje del que años más tarde habría de
demostrar ser intérprete admirable y en el que tal vez no sea superado por
nadie...”, lo que
hace suponer que fue adquiriendo una gran fama dentro de los círculos teatrales
del país. Desde entonces, Leovigildo trabajó en las mejores compañías de arte
dramático del panorama nacional del momento: María Guerrero, Margarita Xirgú,
Francisco Morano... También actuó con la empresa Madrazo, en el Teatro Español,
llevando a escena el Edipo de Sófocles; y en la compañía de Enrique
Borrás actuó con el papel de Sófocles
junto al propio Borrás, que ejercía de Critón.
Enrique Borrás y
Leovigildo Ruiz Tatay “El alcalde de Zalamea”
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Pero al margen de todos
estos papeles de mayor o menor importancia, destacó en el papel de Don Lope de Figueroa, en El
Alcalde de Zalamea. De este aspecto se extraen las palabras de José Ruiz en
su discurso de inauguración de la lápida que daba nombre a la calle, donde
decía que “tan difícil ha sido superarle que más de un crítico ha afirmado que al
morir nuestro eximio actor, ha muerto también Don Lope de Figueroa”.
El deseo de colocar su nombre a una
de las calles de Zalamea la Real
vino de los propios vecinos del pueblo. En agosto de 1931 un nutrido grupo de
personas de la villa envió un escrito al Ayuntamiento donde se rogaba este
hecho, para perpetuar la memoria del ilustre actor, “una de las más
legítimas glorias del teatro español”,
ofreciéndose los propios firmantes a abonar el precio de la placa que llevaría
su nombre. El Consistorio, aceptando por unanimidad la petición de los vecinos,
decidió otorgar el honor de llevar el nombre del actor a la calle Almirante
Pinzón (que ya había sido designada como José Nakens, pero que tras la
resolución este último nombre pasaría a la antigua calle Conde de Gomar). A finales
de este mes llegó una carta al propio Ayuntamiento remitida por Emilio Ruiz
Tatay, hermano de Leovigildo, donde agradecía a la Corporación todas las
atenciones prestadas tras la muerte de su hermano. La Alcaldía aprobaría la
idea de suscripción popular para la compra de la lápida que llevaría su nombre
y que se colocaría en la antigua calle Almirante Pinzón. El homenaje y el
descubrimiento de la placa se llevarían a cabo el día 22 de noviembre de 1931
(a las 11 de la mañana), acto al que asistiría el pleno del Ayuntamiento. Este
acontecimiento se completaría con las palabras del Comandante de infantería
José Ruiz Serrano.
Leovigildo murió el sábado 1 de
agosto de 1931, debido a una rápida enfermedad. Tal como indican los obituarios
sobre el acontecimiento, “…la infausta
nueva llegó rápidamente a los Círculos teatrales y literarios, donde el finado
gozaba de unánimes simpatías y fervorosa admiración por su atrayente simpatía,
su talento artístico y dotes de caballerosidad, produciendo en todos, amigos y admiradores,
un profundo pesar. Con la muerte de Leovigildo Ruiz Tatay pierde la escena
española uno de sus más valores positivos. El teatro clasico tuvo en él un
intérprete de la más depurada escuela dramática”.
La figura de Leovigildo Ruiz Tatay
quizás es aún demasiado desconocida para muchos zalameños, aunque hay que tener
en cuenta que su nombre, otorgado a la citada calle, ha perdurado a través de
tres regímenes desde la propia Segunda República, teniendo en cuenta que es
característico el cambio del nomenclátor del callejero con cada cambio de
régimen político: “...Zalamea, pueblo milenario, que ha conocido
de muchas culturas, no podía ser sordo a la voz de este hijo del pueblo, y el
espíritu popular se manifestó más de una vez ante el arte exquisito de tan
consumado actor.[...] Verdad es
que ha conocido las glorias del triunfo, de los aplausos, de los apretones
efusivos de manos, obsequios, regalos y la dulce sonrisa de una dama gentil que
ha premiado de esta suerte su arte magistral.... ¡Pero cuantos sinsabores para
conquistar la gloria! ¡Y ahora, la gloria póstuma, la de su pueblo!...”.
A ello unir, como no
podría ser de otra manera, la denominación del Teatro Municipal en la
actualidad, conocido como “Teatro Ruiz Tatay”.
José Manuel Vázquez Lazo.
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