
La historia siempre nos muestra aspectos cotidianos de esta España nuestra que, si bien en tiempo fueron causa de mayor importancia, el filtro del tiempo los convierte en recursos para engrosar el anecdotario de las historias locales. Y los gorriones también tienen cabida en este mundo de la historiografía popular.
El 12 de marzo de 1776, en la ciudad de Sevilla, D. Juan Antonio de Santa María, Teniente Primero, en ausencia de D. Pablo de Olavide, Intendente General de los quatro Reynos de Andalucía dixo que como se había realizado en los años anteriores de 1755,1757 y 1773 una matanza de gorriones, por el perjuicio tan notable y gravoso que ocasionan a las Sementeras, y Recolección de Granos, causando el efecto que se esperaba […] y por estar hoy en tanta abundancia la cría de estos pájaros que excedía a los años antecedentes, sobre que se le ha pedido remedio, y que de no ocurrir al más pronto y oportuno, para su exterminio, como debe, y ha debido practicarse, por el general beneficio, que producen estas Providencias, será inagotable, perjudicial y dañosa su numerosa extensión, siendo el presente tiempo el más oportuno, por ser en el que hacen sus crías, mandó a las Justicias de los Pueblos en acuerdo con sus Cabildos que se procediese al repartimiento entre los vecinos labradores y hacendados, sin reserva de persona alguna, incluyendo aun al mas pobre, por ser asunto en que tanto se interesa no solo al labrador, sino también al común de las demás gentes, del número competente de dichos pájaros, nidos o criaderas, de forma que cada uno ha de entregar cuando menos una docena de cabezas por una vez, y de ai arriba a proporción de sus posibles.

Decir que después de corretear tras los susodichos pájaros durante los veinte días contemplados, con tirachinas, redes, piedras, palos, algún que otro uso de pólvora y otras artimañas (el aire comprimido de la escopetilla de plomo “cometa” aún no se usaba), los zalameños cumplieron con la orden dada por el Cabildo, y muchos fueron los colaboradores de tan esperpéntico designio. Tantos como más de 770 vecinos que impidieron seguir revoleteando entre los tejados de este pueblo a la más que macabra cifra de 6.000 de estos ejemplares (para toda Andalucía, según el recuento realizado posteriormente, se sacrificaron 255.000 gorriones). Decir que algunos vecinos aportaron su granito de arena mostrando tan solo dos o tres trofeos, aunque otros de sus conciudadanos no dudaron en aparecer con 14 ó 15 aves. No obstante, a razón de suavizar la tétrica visión que puedan estar formando en su cerebelo, donde es posible que estén acumulando sobre el suelo del propio edificio del Concejo tan plumífera montonera, decir que más del 80% de los trofeos fueron huevos arrebatados de los nidos a sus progenitores.
Los cultivos zalameños bien pudieron despuntar bajo el amarillo sol sus semillas ante la marcada ausencia de sus principales devoradores. Y no solo por este año, puesto que en los sucesivos, se siguió solicitando que se volviera a aplicar esta orden, ejecutándola por los aguerridos cazadores hasta lograr cifras similares. Todo fuera, permítanmelo decir, por la subsistencia del alimento de estas gentes.
José Manuel Vázquez Lazo
Revista de Feria de Zalamea la Real 2011