jueves, 7 de noviembre de 2013

Las Conferencias de San Vicente de Paúl.

Afortunadamente, en la actualidad, la gran mayoría de las Hermandades y Cofradías de Andalucía mantienen en boga un importante espíritu de atención al prójimo. Las acciones benéfico-asistenciales de dichos grupos, siempre adecuadas a las posibilidades económicas de las propias hermandades, y conforme a las necesidades de los tiempos, no deja de ser un lógico compromiso haciendo honor a su propia idiosincrasia y a su espíritu cristiano. Hay que aprender a ser la mano que da, no la que hostiga, y por suerte, ya podemos agradecer la inestimable colaboración que ofrecen para cubrir las necesidades de los demás, ye sea de forma directa o indirecta, colaborando económicamente con los grupos parroquiales comprometidos con los más necesitados.

Indicaba el antiguo Código de Derecho Canónico de 1917 que "Las asociaciones de fieles que han sido erigidas para ejercer alguna obra de piedad o de caridad, se denominan pías uniones; las cuales, si están constituidas a modo de cuerpo orgánico, se llaman hermandades". El término Hermandad posee, de este modo, un valor intrínseco formulado por su propia denominación. Este aspecto lo podemos apreciar en Zalamea en todas las Hermandades y Cofradías que componen tradicionalmente el cuerpo parroquial de nuestro pueblo, haciendo gala del indiscutible e substancial espíritu solidario de las gentes de este pueblo.

Haciendo un poco de historia, mirando atrás podemos observar como la Hermandad de San Vicente articuló a lo largo del tiempo sus propios mecanismos de ayuda a los más necesitados. Así, en el mes de febrero de 1934, salió a la luz, bajo el auspicio de la propia Hermandad, un proyecto destinado a rentabilizar el espíritu pío de los hermanos reunidos bajo el patronazgo del Santo. Nacieron de este modo las llamadas Conferencias de San Vicente de Paul, destinadas a las obras de caridad, como aspecto esencial del espíritu cristiano.

Las reuniones del nuevo grupo emanado de la Hermandad de San Vicente se llevarían a cabo semanalmente, citando a los hermanos que así quisieran asistir a la convocatoria, todos los jueves a las cinco de la tarde. Dichas reuniones tenían un orden del día concreto: después de una lectura piadosa, los hermanos asistentes, en su labor principal de ayudar al prójimo,  repasaban las necesidades de los enfermos pobres del pueblo para, realizando una especie de base de datos de todas aquellos necesitados zalameños, poder ejecutar las acciones piadosas que hicieran más liviana la pobreza de aquellos.

Tras esto, se realizaría una colecta entre todos los hermanos que acudían a la reunión para configurar una especie de “bolsa de caridad” con fondos suficientes para poder acometer las obras pías. Una vez concretadas las cantidades recaudadas y las necesidades asistenciales del día, se nombrarían a varias parejas de señoras entre las asistentes, para que fueran a las casas de los pobres acogidos ese jueves a entregarles los bonos para la semana, y para, además de hacer honor a ese espíritu piadoso, aprovechar para extender su religiosidad y aliviarles con sus palabras compasivas.

Además de las colectas semanales realizadas dentro del grupo, las Conferencias de San Vicente tenían otra fuente directa de ingresos: para pertenecer a ésta se había estipulado el pago de una inscripción que rondaba la cantidad de 0.50 a 1 peseta.

Citamos como ejemplo los gastos de la Conferencias de San Vicente de sus tres primeros meses de vida. Para los meses de enero, febrero y marzo de 1934 se había recaudado, en base a las cuotas de inscripción y a las colectas, 213.95 ptas, que en principio no alcanzaron la posterior cuota de gastos de la primera acción a favor de los pobres de Zalamea, que fue de 230.60 ptas. Dichos gastos se distribuyeron de la siguiente manera:

                                       LECHE                      PAN                               CARNE

FEBRERO                     112 litros                 7.50 kilos                      1 kilo
MARZO                         87.5 litros                10.00 kilos                   -
ABRIL                           87.5 litros                17.50 kilos                   -
Total                              287 litros                 35.00 kilos                   1 kilo


Para terminar, indicar que unos meses después, en agosto, el número de socios había ascendido a 122. Ese mes se recogieron 489 ptas., recaudado más del doble que en sus tres primeros meses de vida. El gasto para ese mes  fue de  435 ptas, habiendo un superávit de 53 ptas (recordemos que en abril se había cerrado con un déficit de 16.65 ptas.). Con la nueva recaudación se socorrieron a 62 familias con 557 litros de leche; 104 kilos de pan; y 116 kilos de carne.

No tenemos información sobre cuánto tiempo estuvo actuando este grupo, si sus labores pías las asumió las propia Hermandad con el paso de los años o si las penurias de la guerra y la posguerra, y la posterior dictadura socavaron los bolsillos y la moral de sus integrantes. Pero no cabe duda que en la actualidad, ese espíritu de colaboración de las Conferencias de San Vicente sigue presente en Zalamea la Real a través de los diferentes grupos constituidos en la Parroquia.

José Manuel Vázquez Lazo

Boletín Hermandad de San Vicente Mártir. Año 2007.

lunes, 30 de septiembre de 2013

1913-2013.Centenario de la lucha obrera. 100 años de la Agrupación Socialista de Zalamea la Real .

Pablo Iglesias.
Fundador del Partido Socialista Obrero Español.
A pesar de los delicados momentos por los que atraviesa la clase política de nuestro país, denostada en gran medida por la actuación de gran parte de sus miembros, es de recibo traer a este rincón de la memoria local de Zalamea la Real la historia de la lucha obrera en la localidad. Y el motivo de este hecho es la efeméride que se plantea: hace 100 años, un grupo de zalameños, defensores de los intereses de los trabajadores y obreros frente al inefable poder de la Compañía de Riotinto, fundaron la Agrupación Socialista de Zalamea la Real. Ahora,  junto a las del resto de la comarca, cuya génesis es paralela,  cumplen su centenario.
La historia de los movimientos ideológicos nacionales y la formación de los partidos políticos ligados a ellos nunca pasó desapercibida en el entorno rural de nuestro país. Mucho menos en una comarca como la Cuenca Minera onubense, donde desde inicios del siglos XX los grandes movimientos políticos y sindicales de la izquierda nacional encontraron un más que destacado apoyo. No olvidemos que dichos movimientos sociales se generaron de forma coetánea a la llamada Revolución Industrial. Y mejor ejemplo de ésta fue el desarrollo industrial de la provincia de Huelva tras la llegada de los británicos a las Minas de Riotinto.
En este contexto histórico hayamos la fundación del partido político más longevo de los que actualmente perviven en el panorama político español. Así, en una reunión clandestina de intelectuales y obreros el día 2 de mayo de 1879 se fundaría en Madrid, con Pablo Iglesias como personaje destacado en aquel acontecimiento, el Partido Socialista Obrero Español. A partir de entonces, el ideario socialista se expandiría, no sin graves penurias iniciales, por todo el panorama geográfico español, y sobre todo por los principales núcleos industriales del país. Tan solo 9 años después, en 1888,  en el núcleo del partido, y con la intención de crear una organización sindical que velara por los intereses de los trabajadores, se crearía la Unión General de Trabajadores.
La implantación del socialismo en Andalucía, caso que nos interesa para este artículo, según consenso de los últimos investigadores, fue muy lenta, sobre todo en las dos últimas décadas del XIX y los primeros años del XX. Con la crisis finisecular de fondo, la mala gestión de los primeros líderes socialistas y ugetistas en sus labores de expansión ideológica, y el poderoso obstáculo que supuso para ellos la actuación de las autoridades y del propio Estado, se ralentizó en buena medida su impulso  en la región. A ello debemos unir otro aspecto clave: el nicho ideológico que potencialmente debía ocupar el socialismo emergente, hacía años que había sido captado por republicanos y anarquistas, lo que supuso otro handicap para llevar sus postulados a una población que ya bebía del pensamiento político de estos grupos. Un ejemplo estadístico nos lo ofrece López Estudillo, cuando indica que entre 1886 y 1900 “los socialistas mantuvieron relaciones estables con trabajadores de más de 60 localidades de la región”, pero con el paso del tiempo, la gran mayoría de estas asociaciones desaparecieron o perdieron el contacto con el PSOE.
Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Huelva donde aparece la
fundación de la Agrupación Socialista de Zalamea la Real (12/10/1913)
Siguiendo los estudios de Caro Cancela, decir que en 1911 tan sólo existían en la provincia de Huelva dos Agrupaciones Socialistas, la de la capital y la de Encinasola. La escasez de militantes onubenses llevó entonces a la dirección de la UGT a enviar a Huelva a Francisco Bascuñana para crear la sección onubense de la Federación Nacional de Ferroviarios. Así en noviembre de 1912 se había fundado el Sindicato Ferroviario de la Compañía de Riotinto. Pocas semanas después, junto a las del resto de localidades de la comarca, el día 21 de enero de 1913 se creaba la sección zalameña de dicho sindicato, sita en la calle Fuentes 6, y conocida como “El Obrero”. De esta manera, la génesis de la lucha obrera en la localidad está definida en dicha Sociedad.
La aparición de este sindicalismo en la comarca no tardó en dar frutos, puesto que a finales del mismo año de 1913 comienzan a surgir en los pueblos del entorno minero las diferentes Agrupaciones Socialistas. Todas ellas cumplen ahora 100 años de existencia en la Cuenca Minera Onubense. La Agrupación Socialista de Zalamea la Real presentaría el reglamento el 5 de octubre de 1913, y una semana después, el día 12, la Agrupación quedaba oficialmente constituida. El 7 de noviembre  el periódico oficial del partido, "El Socialista" recogía la noticia. La sede de la agrupación estaría en la C/ Cánovas del Castillo, 20.
La aprobación de la Ley de Sufragio Universal Masculino en 1890 favoreció a los socialistas, puesto que sus propuestas podrían ser llevadas desde la calle a las instituciones públicas. Y este aspecto cobró especial interés en la Cuenca Minera onubense.
El domingo 9 de noviembre de 1913 se llevaron a cabo las elecciones municipales que conformaría el nuevo consistorio zalameño. Las Agrupaciones Socialistas de la comarca querían trasladar la lucha obrera al ámbito político, y las administraciones locales serían un magnífico punto de partida para hacer causa común contra los excesos del gran cacique de la comarca: la compañía minera. Es entonces cuando por primera vez en la historia local de Zalamea la Real concurría una agrupación política cuyo nexo ideológico era la lucha obrera y la defensa del trabajador. El motor electoral de las agrupaciones socialistas de la comarca había realizado durante los días previos a la cita con las urnas un gran trabajo de captación del voto obrero. La dialéctica política iba dirigida contra la Compañía: …Como sabeis los Municipios han sido hasta aquí  hechura de la Compañía; ella los ha mangoneado; ella ha llevado a los ayuntamientos empleados de su confianza, ella ha hecho y deshecho cuanto ha querido[…] ella tiene a su disposición a la autoridad […]; y contra los candidatos institucionalizados por el sistema político de la época: ……de igual modo hablamos de liberales y lo conservadores responsables únicos de que la Compañía hiciera lo relatado…
Ejemplar de "El Socialista" donde se anuncia la
creación de la Agrupación de Zalamea la Real
De este modo, el citado 9 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones municipales para elegir los concejales que iniciarían su gestión a partir del 1 de enero de 1914. Las agrupaciones de Nerva y Riotinto consiguieron 9 actas; 3 Campofrío; y Zalamea la Real, 7 concejales. De las dieciséis actas para el ayuntamiento de Zalamea, casi la mitad fueron cubiertas por los candidatos de la Agrupación Socialista. En sus primeros comicios, y  prácticamente un mes desde su fundación oficial,  la Agrupación había obtenido la confianza de casi la mitad de los electores de la localidad (recordemos, todos los varones mayores de 25 años). Los primeros concejales socialistas zalameños electos fueron: Emilio Lancha Romero, Manuel Bolaños Serrano, David Vázquez Domínguez, Antonio Cañizares Núñez, Vicente Márquez Gómez, Juan González Vázquez y Adulfo Arroyo López. Todos ellos eran trabajadores de la Compañía minera, y conocían a la perfección los avatares de la lucha obrera y sindical. 
A sus nombres deberíamos unir otro destacado militante: Antonio Vázquez, que fue el representante por la Agrupación Socialista de Zalamea la Real en la Comisión de Huelga en 1913 junto a Félix Lunar (por la AS de Nerva), Martín Moreno (Riotinto), Rafael Ramos (El Campillo) y Eladio Fernández Egocheaga (Secretario General del Sindicato Minero de Riotinto). Vázquez fue uno de los destacados dirigentes socialistas en la Huelga de Riotinto de 1913, aunque, para no extendernos, no profundizaremos en este pequeño artículo sobre tan extenso acontecimiento para la comarca (véase para ello el mágnífico trabajo de Juan Manuel Pérez Márquez: Sindicalismo minero en Huelva. La Huelga de 1913 en las Minas de Riotinto).
Comité de Huelga en 1913.
Eladio Fernández Egocheaga (Secretario General), Félix Lunar (Nerva)
Antonio Vázquez (Zalamea), Martín Moreno (Riotinto), y  Rafael Ramos
(El Campillo). (Foto: Libro "A cielo abierto")
Una vez formado el nuevo Ayuntamiento de Zalamea la Real en la sesión constituyente del 1 de enero de 1914, en el siguiente pleno, la Agrupación Socialista ya dejó claro cuál iba a ser una de sus principales directivas políticas, cuando los concejales socialistas protestaron con behemencia contra el alcalde Juan Bautista Lancha Linares por haber suspendido éste último la Asamblea para tratar la Huelga de Riotinto que debió celebrarse el día 5 de enero en la Plaza de Toros de la localidad. La reprobación de los ediles de izquierda también cargó contra la violenta dispersión de los obreros llevada a cabo por parte de la Guardia Civil.
La gestión de la agrupación durante los dos años de legislatura debió ser positiva, puesto que en enero de 1916, una vez constituido el nuevo ayuntamiento, la cifra de concejales ascendería a 11 (de un total de 17). A partir de entonces, las candidaturas de la agrupación siempre estuvieron en la primeras líneas electorales allí cuando se llevaron a cabo elecciones libres. Así, a lo largo de estos cien años,  obtuvo grandes resultados electorales en los momentos claves de nuestra historia local. Es de destacar aquellos personajes que engrosaron sus filas y ocuparon la Alcaldía en momentos claves de nuestra historia . Podríamos citar a David Vázquez Domínguez, primer Alcalde de la Zalamea de la Segunda República; o el último de este periodo, el trágicamente recordado Cándido Caro Valonero; y una vez restablecida la democracia en España, el primer alcalde democrático de Zalamea la Real fue Antonio Domínguez Gómez. A ellos unir otros ilustres como los hermanos Ramos Oliveira, destacando entre ellos al gran historiador Antonio Ramos Oliveira. Ellos, junto a los primeros militantes de la agrupación, son ya patrimonio de la historia de Zalamea la Real.

José Manuel Vázquez Lazo

domingo, 25 de agosto de 2013

25 de agosto de 1936. La ocupación de Zalamea la Real.


Notocia sobre la toma de Zalamea la Real en el Diario Odiel
 El día 17 de julio de 1936 las tropas de Melilla se levantaban en armas contra la República, adelantando las fechas previstas por los generales insurrectos para el golpe de Estado. El día 18, la sublevación se extendía a casi todo el país, y el día 19 ya era un hecho generalizado. La feroz polarización ideológica en la que se había instalado la sociedad española, el fracaso inicial del golpe de estado, puesto que no todo el ejército dio su apoyo a los golpistas, y el contexto político internacional, a las puertas de una crisis mundial ante el avance de los totalitarismos, desembocó en una cruenta guerra fraticida.
A mediados del año 1936, la victoria del Frente Popular en las elecciones del mes febrero -cuyo triunfo no había sido digerido por los sectores reaccionarios de la sociedad civil, religiosa y del ejército- aceleró los acontecimientos. La amenaza de un pronunciamiento militar era cada vez más sólida. El último Gobierno republicano antes del golpe, el liderado por Santiago Casares Quiroga, ya tuvo conocimiento del inminente levantamiento. Entre las pruebas más definitorias que tuvo Casares en sus manos, estuvo una carta enviada por el general Franco, donde le daba a conocer el descontento de gran parte la clase militar, y donde se hacía eco del grave estado de inquietud de la oficialidad. La trama golpista, dirigida por el General Emilio Mola, y seguida por otros generales como Sanjurjo o Franco, contaría con el apoyo político de los monárquicos del Bloque Nacional, liderado por el autocalificado fascista José Calvo Sotelo; por los tradicionalistas de Fal Conde; y por los integrantes de la copia ibérica del fascio italiano, Falange Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera. La colaboración de los sectores antirrepublicanos del Ejército, de gran parte de la Guardia Civil y de la ultraderecha española al golpe, no fue suficiente para lograr una victoria rápida, tal como había planeado Mola. De este modo, lo que en un principio había sido planteado como un levantamiento clásico de los muchos que se había llevado a cabo durante el siglo XIX, se convirtió en una encarnizada lucha y en una guerra fratricida que llevó al país a una cruel dictadura.
Uno de los frecuentes registros de armas que llevaba a cabo el Gobierno de la República para controlar la tensa situación que ya se vivía en ciertos sectores del Ejército, provocó el inicio de la sublevación. El que se llevó a cabo en la Alcazaba de Melilla el día 17 de julio fue obstaculizado por parte de un pelotón de legionarios, lo que dio origen al Golpe. A partir de entonces, los hechos se fueron desencadenando. Los conspiradores fueron tomando posiciones. En Andalucía el general Queipo de Llano sería el encargado de extender la sublevación. El sábado 18 de julio de 1936 daba inicio la Guerra Civil Española.
En Zalamea la Real la noticia del golpe fue asimilada con relativa inquietud por gran parte de sus habitantes. Ésta se había escuchado por radio el mismo 18 de julio, pero parecía que la lejanía del levantamiento no angustió de inicio a los zalameños. No obstante, a la mañana siguiente, y según extraemos de la obra de Fernández Seisdedos, los obreros sindicales del pueblo organizaron comités para detener a los miembros de derechas del pueblo: “A la mañana siguiente (de la insurrección del 18 de julio de 1936), los obreros sindicales del pueblo habían organizado unos comités para detener a las personas de derecha. Sólo detenían a los hombres, y los llevaban a la cárcel sin violencia ni hostilidad. Los comités de obreros fueron al cuartel de la Guardia Civil, donde no hubo ninguna resistencia y les entregaron todo el armamento. Muchos hombres del pueblo participaron en aquellos acontecimientos y en hacer guardia en la cárcel...”.
Gonzalo Queipo de Llano, cabeza del Golpe de Estado en
Andalucía, en una de sus famosas alocuciones radiofónicas.
La situación se fue haciendo más compleja por momentos en la localidad, donde la tensión se había manifestado desde el conocimiento del avance de las tropas golpistas hacia la Cuenca Minera. En esta línea, algunas crónicas citan la desesperación de los milicianos de los pueblos cercanos, que hastiados y temerosos de los bombardeos a los que estaban siendo sometidos, se acercaron a Zalamea para llevarse a los derechistas apresados con la intención de usarlos como escudos humanos.
Fuera ésta la causa o no del empeño de las milicias en llevarse a los presidiarios conservadores, sí ha trascendido fehacientemente la actitud valerosa del alcalde socialista Cándido Caro Valonero, que esperó a los obreros a la entrada del pueblo, en la zona del Pilar de las Fuentes. Allí, Caro Valonero intentó convencer de su error a las huestes venidas de los demás pueblos de la Cuenca, sin encontrar una respuesta positiva. Al llegar a la puerta de la cárcel, la columna de mineros se topó de nuevo con el alcalde, que se colocó en las puertas del recinto, impidiendo que se llevaran a los presos –unos ochenta- diciéndoles que “estos hombres son personas, no borregos que se trasladan de un aprisco a otro”. Los mineros, ante la persuasión de Valonero, decidieron dar marcha atrás a sus pretensiones y se retiraron a sus localidades de origen.
Otro de los objetivos principales por parte de los obreros fue la destrucción de los edificios religiosos. La Iglesia se había posicionado al lado de los insurrectos –la jerarquía tradicionalmente había estado al lado de los conservadores- y la ira de los obreros de izquierda también se cebó con ella. En Zalamea la Real, entre el 19 de julio y el 25 de agosto se llevaron a cabo actos contra la institución eclesiástica: se bloquearon las entradas a los locales de la Juventud Católica, a la propia iglesia, ...El coadjutor de la villa, José María Arroyo, apuntaba, con la crueldad que lo caracterizaría, lo ocurrido en aquellos momentos: “Tan bien marchaban las cosas (en el aspecto religioso) que los rojos montaron una vigilancia y bloqueo al Centro de Juventud y a la Parroquia. Hubo denuncias, encarcelamiento del consiliario, multas a toda la Juventud masculina y femenina, letreros indecentes y amenazadores. ¡Pobrecillos!, de esos letreros aún queda uno en la puerta de la iglesia con la palabra "muerte”, que es el jornal que ha cobrado aquella guardia roja por su vigilancia...”.
La iglesia parroquial, la Ermita de la Pastora, la de San Vicente y el Santo Sepulcro fueron incendiadas, destruyéndose todo lo que se encontraba en su interior. Cándido Caro no había podido impedir este hecho, tal como había ocurrido con su defensa de los presos de derechas. El alcalde, seguido de los concejales se dirigió hacia el lugar para impedir la quema, pero fue amenazado por los pirómanos, todos de fuera de la localidad, y hubo de refugiarse en el Ayuntamiento, de donde pretendieron echarlo no sin antes sustraer los enseres y la caja.
David Avery relata de la siguiente manera la quema del edificio: “En Zalamea la Real, una turba de obreros de Río Tinto encabezados por una vociferante mujer a quien los británicos llamaban ‘Miss América’ (pues trabajaba como sirvienta de un americano empleado en las minas), había atacado la iglesia, incendiándola. Afortunadamente, las llamas no destruyeron la totalidad del atractivo edificio, aunque se quemó una colección de documentos antiguos que pertenecían a la Iglesia y a la ciudad y unos viejos revestimientos de gran belleza...”. En la aldea de El Villar se quemó también la iglesia; en Las Delgadas, El Buitrón y El Pozuelo se saquearon estos edificios.
José María Arroyo, “el Breva”, narraba los acontecimientos desde su posición: “Y vino el 19 de Julio. Escopeteros rabiosos a la puerta del templo. El Santísimo que sale por la puerta del corralete recibiendo el alto de aquellos demonios con escopetas, la Majestad de Dios se abre paso en aquel mar de odios y mi casa se convierte en la casa del Buen Jesús.  A la hora son encarcelados los sacerdotes, los jóvenes de Acción Católica y los más valiosos de los católicos zalameños... Un pobre hombre que quería matar a Dios y a su Iglesia, se apodera de las llaves del templo y comienza la hazaña en que aquella noche tremenda se había de consumar. Serían las diez de la noche. Elementos indecentes, la basura del pueblo arrastró a todo hombre y joven que estaba en la plaza del paseo de la iglesia, para que todos participaran en la salvajada infernal que iban a perpetrar. La autoridad quiso impedirlo, pero ya era muy tarde...Cayeron puertas... y un volcán de humo y fuego fue la fosa de la riqueza artística de Zalamea: nobleza de esta villa que podía enorgullecerse de poseer uno de los museos más valiosos de toda la provincia. [...] Todo esto hicieron cenizas los diablos rojos, hijos de Satanás, enemigos de toda cultura, verdugos de toda opinión que no fuera la suya y sin un gramo de amor a su pueblo. ¡Dios los haya perdonado! Pues ya la mayor parte a manos de la justicia de España pasaron al tribunal de Dios [...]”
Expediente del Consejo de Guerra a Cándido Caro Valonero.
A poco más de un mes de iniciada la sublevación, las tropas nacionales llegaron a la Cuenca Minera. La Columna Varela, tropa formada por unos mil efectivos, sería la encargada de ocupar la villa. Espinosa Maestre cita a destacados elementos de la citada columna como el Guardia Civil José Fariñas, el Guardia de Asalto Lora, el requeté López de Tejada o el falangista Alfonso Medina. Además, la ayuda civil estuvo presente en Zalamea de la mano del gran falangista onubense, Rafael Garzón Rodríguez, y el Presidente de la Patronal de Huelva, el requeté Francisco Pajarón Jiménez. Tras el bombardeo inicial, se procedió a la incursión de los militares en la localidad, encontrando gran resistencia por parte de los zalameños afines a la República, que no dudaron en hacer uso de las escopetas de caza y de las armas requisadas en el Cuartel de la Guardia Civil durante un enfrentamiento, que duró cerca de una hora.
Antes de llegar a Zalamea, la Columna Varela se dividió en tres frentes, todos bajo la absoluta autoridad de Gumersindo Varela Paz: Requetés y Guardias Civiles a la derecha, con Fariñas en la dirección; fuerzas de Intendencia y Carabineros en el centro, con Pérez Carmona al frente; y a la izquierda, la Guardia de Asalto, dirigidos por Lora. Éstos últimos, junto con soldados de intendencia, al entrar por el oeste, la zona del cementerio, pudieron comprobar cómo reinaba un absoluto silencio en el pueblo, y cómo tan solo en un balcón ondeaba aún la bandera tricolor. Mientras tanto, por el levante y el sur hacía la incursión el propio Capitán Varela, cerrando la huida a los republicanos hacia Salvochea, o el auxilio que pudieran tener éstos desde Riotinto. El avance por el oeste fue exitoso, y una vez superado el terreno a la altura del cementerio, fueron tiroteados en los eucaliptales de la ermita de San Vicente. Pero el avance ya era inminente. Según cita el cacique conservero José Tejero Vizcaíno, en el diario La Provincia, los golpistas iban abriendo las puertas de las casas a culatazos, encontrando silencio en su interior –fruto, como no, del terror-. Al llegar a la Plaza, fueron tiroteados con una ametralladora desde la torre – algunos investigadores dudan de la colocación de este arma en dicho lugar -. Desde el ayuntamiento, algunos hombres aún resistieron el imparable avance de los insurrectos a lo que, siguiendo a José Tejero,... “un muchacho, hijo de don Manuel López Gómez, tuvo la suerte y el acierto de meter un tiro entre ceja y ceja a un marxista que batía la calle desde una ventana baja de la secretaría del Ayuntamiento”. Los presos fueron liberados y acto seguido, según relata Tejero orgulloso en el diario Odiel, se ejecutó públicamente en la Plaza a un individuo apodado “Matasiete”. Posteriormente hubo de hacer de nuevo frente a una columna de unos dos mil mineros que fuertemente armados, con explosivos y camiones blindados, intentaron reconquistar el pueblo.
Fosa común de la Guerra Civil situada en el término Zalamea la Real
José María Arroyo Cera de nuevo era explicito al narrar los acontecimientos: “El ejército de la España inmortal nos liberó el 25 de agosto a las 8 de la mañana. El 29 se celebró la primera misa, que precisamente fue aplicada por todos los fusilados. El 30 la primera Misa de Campaña y el 8 de septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora se comenzó a trabajar en la restauración del templo de Dios, que a los tres meses justos, con el auxilio de Nuestra Madre la Virgen Pura vamos a inaugurar. Inmediatamente las jóvenes católicas comenzaron su labor: ropa para la Iglesia, colectas a domicilio, comida y vestidos para los huérfanos, catecismo, bautizos de moritos que tenían padres cristianos, casamientos de los que se habían juntado por lo civil. Con mucha justicia se merecen que en la vidriera principal del templo se ponga su escudo. Los jóvenes católicos se alistaron los primeros a Falange, demostrando que saben no solo rezar, sino también con un fusil luchar por Dios y por España. ¿Quién ha hecho este milagro? La fe, la fe y la fe... La que inició este movimiento salvador. La que salvará a España”.
Tras la ocupación del pueblo, el Ayuntamiento democrático fue relevado por una Comisión Gestora que velaría por los principios del movimiento hasta la consolidación del golpe. Estaría formada por el Teniente Coronel José Ruiz Serrano como Alcalde, seguido de Luís González Lancha, José Pérez García y Antonio Rodríguez Bellido. Días más tarde, el 30 de agosto, el delegado del Gobernador Civil, el Teniente Diego Cano Bericat, nombraría una nueva Comisión Gestora: Justo González Bolaños como Alcalde, y Mariano Carvajal y Francisco Pérez de León Perea como gestores. En esa misma sesión se designarían como alcaldes de barrio a Justo Rabadán Gil en El Villar; Jose Mora Contreras en el Buitrón, Ignacio Moreno Domínguez en el Pozuelo, Bernabé Rodríguez García en Membrillo Alto, Ceferino Moyano García en Membrillo Bajo, Isidoro González Romero en Marigenta, Francisco García Ramírez en Montesorromero y Emilio Delgado Neto en Las Delgadas.

José Manuel Vázquez Lazo

jueves, 1 de agosto de 2013

Juan Cornejo Carvajal, el periodismo zalameño en defensa de la causa contra las calcinaciones al aire libre.

Juan Cornejo Carvajal
La sabia zalameña, tal como estamos viendo a lo largo de los artículos que se publican en este blog, nos trae es esta ocasión otro de nuestros personajes ilustres cuya biografía, que a continuación se detalla, sirvió como prólogo de la reedición "Los Humos de Huelva", auspiciada por Emilio Romero Macías y cuyo texto escribimos "al alimón" para aquella ocasión.
Juan Cornejo Carvajal, según consta en el Archivo Municipal de Zalamea la Real, nació en la calle Pie de la Torre  el día 23 de marzo de 1864 a las 11 de la mañana. Miembro de una familia acomodada (sus abuelos, tanto paternos como maternos, eran destacados hacendados), sus ascendientes hunden sus raíces en Zalamea la Real (no olvidemos que sus apellidos mantienen una arraigada tradición en la localidad), destacando entre sus hermanos, María, Esperanza y Jesús, el papel del mayor, D. Honorio Cornejo Carvajal, Vicealmirante y Ministro de Marina durante la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera.
El Padrón de habitantes del año 1865 nos indica que su familia no aparece ya registrada en  la dirección en la que vivían desde 1860 (calle Cruz, número 3) y a partir de esta fecha podemos decir (mientras la documentación, que desgraciadamente se conserva en muy mal estado, no indique lo contrario) que la familia se traslada, con toda probabilidad, a Huelva. Su padre, José Natalio Cornejo, abogado de profesión licenciado por la Universidad de Sevilla en 1855, ostentaría a lo largo de su carrera destacados puestos a nivel provincial: Promotor Fiscal de Hacienda en la provincia de Huelva, diputado y tesorero del Colegio de Abogados, Diputado provincial por el Distrito de Zalamea la Real y Minas de Riotinto por el partido Alfonsino, Juez Municipal de Huelva, Magistrado Suplente de la Audiencia de lo Criminal, Abogado Consultor del Ayuntamiento de Huelva, y defensor de la causa contra las Calcinaciones al aire libre. Probablemente, José Cornejo pasaría parte de su infancia y adolescencia en la Capital onubense hasta trasladarse a Madrid,  donde suponemos realizó sus estudios de periodismo. Con 26 años nuestro personaje se consolidaría un periodista de renombre en la capital de España, hasta el punto que muchos autores lo catalogaban como “periodista madrileño”,  por su prolífera pluma escribiendo asiduamente en los diarios madrileños.
Las Teleras
Consecuente con los problemas de su tierra natal, de la que nunca se desvinculó,  se alineó con aquellos que lucharon contra las calcinaciones al aire libre en las minas de Riotinto a través de la publicación de numerosos artículos en prensa en los diarios “El Clamor”, “El Reformista“ y “Diario de Huelva” bajo el seudónimo de Cornouiller, convirtiéndose así en un antihumista más. De esta manera heredaba el espíritu de su padre, José Natalio Cornejo, que había ejercido de abogado de varios de los ayuntamientos de las localidades afectadas y de algunos particulares, elevando las quejas pertinentes al Gobierno por las nefastas consecuencias derivadas del proceso de las calcinaciones.
A finales del siglo XIX, los medios de comunicación tenían un papel social importante mediante la información y, en 1892, se publica en Madrid un folleto de este periodista zalameño, D. Juan Cornejo Carvajal donde exponía cómo la prohibición de las "teleras" donde se calcinaban las piritas de cobre de las minas de Riotinto, se había conseguido gracias a las quejas reiteradas del vecindario y a una violenta campaña de prensa; dicha obra llevaba por título “LOS HUMOS DE HUELVA”, cuya edición que presentamos se editó en el establecimiento tipográfico del Diario, sito en la calle Puerto 46 de Huelva.
El libro es una colección de artículos que se publicaron en estos diarios y viene acompañado de fotograbados y biografías de personajes en pro de la causa tales como Talero, Albareda, Romero Robledo, Conde Gomar, García Castañeda, etc., que se distinguieron por la defensa de la causa de los pueblos.
Portada de "Los Humos de Huelva"
Otros datos sobre nuestro ilustre personaje (aunque son escasos y salteados en el tiempo) indican su acercamiento a la política y su vinculación con el Partido Reformista de Melquíades Álvarez desde su fundación en 1912, compartiendo experiencias con otros importantes militantes del reformismo inicial como Manuel Azaña, José Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos o Benito Pérez Galdós. Ese mismo año sería designado vicepresidente de la Junta provisional de este partido, en el Distrito de Palacio de Madrid.  Consolidando su posición política cuando se presentó por la Conjunción Republicano-socialista (como miembro del Partido Republicano Reformista) por el distrito de Palacio, en Madrid, en las elecciones de 1913.
Por otra parte, destaca su labor como taquígrafo y la publicación de la obra "Reseña histórica del arte taquigráfico" en 1889, resultado de su labor asidua en 50 años reuniendo más de 500 obras de taquigrafía española y extranjera, la cual donó a la Biblioteca Nacional costeando él mismo la edición, convirtiéndose así como la única obra de la historia de taquigrafía que se había publicado en España. Posteriormente fue miembro de la Sección central del Instituto Hipanoamericano de Taquigrafía, desde donde impulsó el estudio de la técnica y motivó fervientemente a los interesados al uso de la taquigrafía.
Falleció en Madrid el 1 de febrero de 1933 a los 69 años de edad, a las puertas del 45º aniversario de la tan fatídica fecha del 4 de febrero de 1888.
Es de reconocido derecho dar a conocer una de sus obras tan relacionada con la historia de nuestra Cuenca Minera.

Prologo para la reedición de "Los Humos de Huelva"
Emilio Romero Macías
José Manuel Vázquez Lazo.

miércoles, 12 de junio de 2013

El Patronato Francisco Valera, Familiar del Santo Oficio en Zalamea la Real.

La actual calle “Hospital” de Zalamea la Real debe su nombre a una de las instituciones más destacadas y menos estudiadas de la Zalamea Moderna. Si ya conocemos la existencia del Hospital de Santa María de Augusta, erigido por la Hermandad de la Vera Cruz de Zalamea la Real; y del Hospital  que poseía la Hermandad de San Vicente Mártir (del que poseemos poca documentación), el siglo XVII vió cómo se levantaba un nuevo hospital para la atención de transeúntes y pobres en la localidad. Su precursor fue fue el Familiar del Santo Oficio, Francisco Valera, del que por desgracia no tenemos más datos que los aportados por su testamento. Pensamos que su cargo de familiar de la Inquisición le hacía disponer de un estatus económico acomodado, ya fuera artesano relevante o mercader de alguna categoría dentro de la localidad. Además, este nombramiento le otorgaba cierta categoría social, amén de ser conocido por su limpieza de sangre.. Su labor como tal era la de informar de todo aquello que fuese de interés para la institución eclesiástica, cobrando una cantidad monetaria por cada denuncia realizada. No sabemos de ningún encausado por el Santa Inquisición oriundo de Zalamea la Real, ni sabemos de ningún informe emitido por Valera al respecto, pero al margen de su papel como informante de tal institución, jugó un papel importante al dejar para la localidad un destacado legado patrimonial.
El 25 de agosto de 1627 el Familiar del Santo Oficio Francisco Valera había muerto …sin ascendiente ni descendientes… y otorgaba testamento en la ciudad de Sevilla: … hago, dono y fundo un patronazgo perpetuo en la dicha villa de Zalamea el qual ha de ser Patronato Real de Legos sujeto a la Justicia Real de dicha villa y la renta que el dicho Patronazgo rentase en cada un año así respecto de los bienes raíces que yo tengo y dejo como de lo que mas se comprase y emplease con el dinero en contado y que procediese al dicho remanente.... El Patronato tendría dos objetivos prioritarios: la celebración de actos litúrgicos vinculados a las capellanías fundadas por Valera; y la atención a los más necesitados gracias a la fundación de un Hospital. Al ser Patronato Real de Legos su institución estaba vinculada al gravamen de una obra pía. Valera había nombrado como patronos perpetuos del patronazgo y las capellanías fundadas a …mi primo hermano y a Lázaro Morón el mozo mi primo segundo y a Lázaro Morón el viejo mi deudo y al Alcalde mas antiguo que es o fuese de la dicha villa de Zalamea […] y el Patrón alcalde sea Alonso Pérez de León mi cuñado que al presente es alcalde ordinario de esta villa, y acabado este su tiempo le suceda el otro alcalde ordinario […] por manera que los patronos han de ser cuatro.... Una vez todos ellos fallecieran, los cargos los ocuparían, de forma perpetua, tres personas, a saber, el Alcalde ordinario mas antiguo de la villa , el vicario de turno y …uno de mis parientes, que este sea el mas cercano en grado y prefiero al mayor que al menor y que sea varón y no hembra y a todos los parientes que fueran descendientes de Diego Gómez y Leonor Gómez y de Juan Salvador y a los tales descendientes y a sus padres los escluyo y no quiero que subzedan así en el Patronazgo como en las capellanías…. El testamento revela la fundación de dos capellanías con 20 misas cada una al mes, que de forma perpetua, se debían decir por su alma, la de sus padres y la de sus abuelos. En un principio, hasta la edificación del Hospital, las misas se dirían en la iglesia parroquial, para pasar tras la finalización de la obra a la capilla de dicho recinto. Los capellanes serían nombrados entre sus parientes …y estos siempre sean los mas cercanos en grado y en un grado siempre prefiera al mayor al menor, y en un grado y edad, al mas pobre […] y que sean clérigos presbíteros ordenados sacerdotes…. Cada capellán recibiría cuatro reales de vellón por misa, según estaban tasadas las misas de capellanía en el Arzobispado de Sevilla. De la renta de las capellanías también se debía pagar los ornamentos, ostias, vino y ceras. Tendrían su aposento en el Hospital de Valera.
Al igual que el Hospital de la Vera Cruz, Francisco Valera fundó otro para la asistencia de pobres incurables. Nombrado bajo la Advocación de Nuestra Señora de la Asunción, en su interior se alojaban, además de los pobres que necesitaran atención, los dos capellanes anteriormente citados, y una mujer encargada del aseo del recinto y el lavado de la ropa. El sacristán de la Iglesia mayor se encargaba de cuidar la iglesia del hospital. El patronato se sustentaba con una renta anual de 2.442 reales del arrendamiento de casas, cercados, molinos, etc...
El Patronato de Francisco Valera, a ojos de muchos interesados, era un verdadero seguro de vida y una fuente de riquezas que podían asegurar la supervivencia económica de aquellos que lo gestionaran. Tenemos conocimiento de un gran número de pleitos entre familiares de Valera el acceso a las capellanías y a los cargos de patronos. A aquellos descendientes a los que Valera había negado el acceso, no dudaron en presentar sus alegaciones. Cada pleiteante llevaba el testimonio de aquellos que podían informar del grado de parentesco de éste con el fundador. Acceder a una renta segura era primordial en la Edad Moderna.
Sabemos que el Patronato no funcionó realmente como su precursor había establecido. Si se fundo en 1627, hasta 1642 no comenzó realmente a gestionarse tal como se había resuelto. Al fallecer Valera, sus albaceas se apoderaron de su hacienda y …estuvieron disfrutándola y aprovechándose de ella sin acordarse de la fundazion de este patronato ni de los legados que por ella se dispone... Tras algunas denuncias contra éstos, la Real Chancillería de Granada envió a Zalamea a Alonso de Coca y Ortuño  …ymponiendo y situando los bienes de dicha fundación sobre buenas y seguras fincas para que con sus redittos se cumpliesen los legados y obras pías que el fundador dispuso [...] y tomando cuentas a los dichos alvaceas [...] solo se pudo edificar la iglesia del hospital que es muy pequeña y de poca costal.... Los informes indican que la segunda capellanía no se llegó a fundar nunca ni se hizo la enfermaría del hospital por no llegar las rentas – hasta el punto que muchos visitadores hablan de la Ermita de Nuestra Señora de la Asunción en lugar del Hospital de Valera-. La Real Chancillería se haría cargo de inspeccionar las cuentas del Patronato remitidas anualmente por sus patronos.
El 1727, el Visitador General Andrés Masnuzio seguía indicando que en el hospital no había asistencia para los pobres y no se cumplía lo que había indicado el fundador más que en una capellanía. Para estas fechas, el Patronato estaba a cargo del vicario y el alcalde ordinario puesto que ya no existían parientes. En el año 1801 el Patronato dejó de repartir limosna entre los pobres – ni en pan cocido ni en dinero-, ni se decían ya las 20 misas al mes que tenía de dotación, ni se cumplían la mayoría de las disposiciones de su fundación ... y porque se halla en mucha decadencia por falta de rentas y haversele vendido las tales fincas que gozaba....


José Manuel Vázquez Lazo

miércoles, 8 de mayo de 2013

Advocaciones históricas en la Ermita de San Sebastián o de la Pastora de Zalamea la Real.

Ermita de la Divina Pastora
Como hemos comentado en múltiples ocasiones, la profunda religiosidad acuñada bajo el patronazgo arzobispal hispalense en Zalamea la Real, fue dejando variadas representaciones culturales en la localidad. Haremos un breve recorrido sobre las diferentes advocaciones establecidas en la antigua Ermita de san Sebastián, hoy de la Divina Pastora. La primera referencia sobre dicha ermita, originariamente denominada Ermita de San Sebastián, la tenemos en el Libro de los Privilegios aprobados en 1535 por el Arzobispo de Sevilla, Don Alonso Manrique de Lara. En el proceso de amojonamiento del término de indica que…el mismo día fue al rollo de piedra que está en el camino del señor san Sebastián… haciendo honor a la imagen que originariamente se veneraba en su interior. Junto a él había una talla de San Juan que debía tener un elevado número de devotos, pues incluso en algún documento hallado en el proceso de investigación de nuestro pasado se llama al edificio Ermita de San Juan Bautista. Un ejemplo destacado de ello son las últimas voluntades del presbítero Juan Lorenzo de Bolaños, que en 1776 indicaba en su testamento que…el día de mi fallecimiento, o en el siguiente, se cante una misa de vestuario en el altar del Sr. San Miguel que está en la Hermita de Sr. San Juan Bautista de esta villa....
San Sebastián
Siguiendo las numerosas advocaciones veneradas en el pequeño santuario, a mediados de siglo XVIII se había colocado una imagen de la Divina Pastora a expensas de Miguel de León Bolaños, fraile capuchino más conocido como Fray Miguel de Zalamea, misionario apostólico y guardián del convento de Marchena. Muy devoto de la Divina Pastora, como ya lo puso de manifiesto en su Sermon funebre de honras, que en las solemnes exequias, que la venerable hermandad de la Divina Pastora Maria Santissima Señora Nuestra, sita en la iglesia parroquial de Señora a Santa Marina, de la ciudad de Sevilla, consagró a la buena memoria de su fundador el M.R.V.P. Fray Isidoro de Sevilla, trae el culto a la villa de Zalamea.
San Miguel
Por esas fechas, según nos indica la documentación, ...en la villa de Zalamea la Real ay una hermita cuios titulares son San Juan Baptista y San Sebastián Martyr, y esta hermita no tiene ni un maravedid de renta... En estas fechas, debido a la situación del edificio, se necesitó reparar dos pedazos de pared que amenazaban ruina. Para ello se precisaba que el Prior de las Ermitas del Arzobispado de Sevilla expidiera un decreto al Vicario de la villa mandando hacer venir a su presencia a Juan Lorenzo Serrano ... y que este jure y declare que limosnas tiene en su poder que ha recojido pertenecientes al Sr. San Juan y estas limosnas las deposite en poder dicho vicario para que con ellas se proceda a la obra que se pretende hacer…”. Sin dudarlo, Fray Miguel de Zalamea tomó a su cargo las obras de restauración del edificio…que es el mismo que a exmeros de su cuidado y de su continuada predicación ha podido renovar esta hermita desde los cimientos hasta la techumbre, que a no ser así ya no hubiera memoria de tal hermita....
San Juan Bautista
Además del culto reverenciado a las imágenes de San Sebastián, San Juan Bautista, San Miguel y la Divina Pastora, en la ermita recibieron culto de forma destacada otra imagen singular cuya veneración no trascendió en el tiempo. Tenemos documentada la intención de Joseph Maria Lorenzo de traer una reliquia de Santa Margarita, cuya efigie se veneraba en la ermita, desde la Catedral de Valladolid. Éste, gran devoto de dicha santa a causa de unas curaciones milagrosas que le atribuía, había desarrollado un enorme fervor hacia esta advocación, hasta el punto de desplazarse hacia Valladolid, donde sabía existían restos de la santa, para solicitar una reliquia. En una carta fechada el 28 de febrero de 1662 y enviada desde Méjico se dictaban las instrucciones para recibir los restos milagrosos y la forma en que debía bendecirse el agua que se aplicarían los enfermos –contra las calenturas-. En ella se indica que …se servirán vuestras mercedes de mandar publicar el día que se hubiese de colocar para que con eso los vecinos de la comarca se junten y traygan danças para regocijar mas la fiesta. El día que se tuviere señalado tendrán vuestras mercedes la reliquia en la hermita del Señor San Sebastián desde adonde la llevaran en procesión a la parroquia, que es adonde se ha de colocar, para que la lleven en la procesión los días de San Sebastián, Santa Margarita, San Vicente y San Blas...
Hemos de entender que la reliquia nunca llegó a Zalamea, teniendo en cuenta la falta de noticias al respecto y documentación que así lo acredite; y sobre todo la intrascendencia del culto de dicha santa en la villa.
Con el paso del tiempo, la veneración de la talla de la Divina Pastora se impuso sobre el resto de cultos desarrollados en el lugar, probablemente por el impulso otorgado a la advocación mariana por Fray Miguel de Zalamea. 
Hoy día dicha imagen ,titular de la Ermita que lleva su nombre obra del escultor de Higuera de la Sierra, Sebastián Santos Rojas, , canaliza, junto a la veneración de la Santa Cruz, la parte religiosa de la romeria zalameña del mes de mayo: El Romerito.

José Manuel Vázquez Lazo.

martes, 26 de marzo de 2013

San José, la campana del Santo Sepulcro.


En honor de San José, que la paz sea contigo de ahora en adelante, querida campana”.

Esta pudo ser una de las fórmulas, entre varias asentadas en el ritual tridentino, usada por parte del celebrante para bendecir la campana que coronó la obra promocionada por Gabriel Alejandro Sanz en nuestro pueblo: la ermita del Santo Sepulcro.
La campana, como elemento singular, la podríamos incluir dentro del patrimonio cultural de los pueblos. Sus sonoridad en el silencio de cada localidad, los diferentes toques llamando a los feligreses a los encuentros de la liturgia (misas,  bautizos, entierros, ángelus, ánimas, oficios, …); como uso horario, marcando el paso de las horas acorde al reloj de la torre; su labor de servicio, cuando se convocaba a los vecinos con el “toque a rebato”, generalmente por un incendio, o cuando se llamaba a “niño perdido”, o cuando el cabildo quería convocar a la población para anunciar uno de los numerosos cambios políticos en la historia  de cada país (cambios en el trono, en el gobierno,…), forma parte inseparable de la idiosincrasia de los pueblos del occidente cristiano.
Su orígen, si atendemos a las indicaciones de San Isidoro de Sevilla, lo encontramos en la ciudad de Nola, en la región italiana de la Campania (de donde tomaría su nombre). La Iglesia las usaría, de forma generalizada, a partir del siglo VII. Entre los años 604 y 606, el Papado ordenó colocarlas en todas las iglesias de la Cristiandad para llamar a los feligreses a los Divinos Oficios, las Misas Solemnes y las Festividades.
La reciente (y más que acertada) restauración de la techumbre de la ermita del Santo Sepulcro ha logrado, además de devolver la cubierta original elevada en los inicios de la construcción del edificio, la limpieza de la campana que completa la espadaña del mismo. Un elemento forjado en el noble y sonoro bronce que el propio Gabriel Alejandro Sanz, Director de las Minas de Riotinto y esposo de la beatísima zalameña, Feliciana García Beato, usó para perpetuar su nombre en tan singular inmueble. Ya desde antiguo, las propias campanas solían llevar en su superficie exterior ciertas inscripciones en relieve, realizadas por el artesano que la fundía. Su temática era variada. En el caso de la campana del Santo Sepulcro de Zalamea la Real encontramos la siguiente inscripción:

En el anillo superior de la campana: àSR.  SN. JOCEPH SEHIZO A ESPENSAS DE DN.
En el anillo inferior de la campana: àGAbRIEL ALEXANDRO SANZ Ã DE 1776à

El cuerpo central de la misma posee una gran cruz en relieve, que separa ambas inscripciones. De este modo aparece el nombre de la persona que financió su fundición (una donación piadosa); la fecha de su creación y, el nombre que se le atribuyó a la propia campana: San José.
La documentación estudiada indica que el día 27 de septiembre de 1776 Gabriel Alejandro Sanz y el Síndico Personero del Concejo zalameño, Juan Santos Pérez, se presentaron ante el mismo Prior de Ermitas del Arzobispado de Sevilla para darle cuenta de la finalización de la ermita y de su bendición por parte del Padre Francisco Tomás Chaparro, franciscano del convento de San Benito de la villa pacense de Segura de León: “...deseosos los vecinos de este pueblo de perfeccionar a toda decencia y costa una vía sacra en el campo, que con las correspondientes licencias se ha construido y bendecido por un Religioso Sacerdote de San Francisco para estos casos como todo consta de las certificaciones y licencias de este cabildo...”. El Prior daba su visto bueno a lo acontecido, pero era solicitado para algo más:...permita su piedad que la dicha obra de la vía sacra finalice en la dicha hermita [...] que se intitulara del Santo Sepulcro y que se pueda construir en ella campanario con campana, altar para que se pueda celebrar el santo sacrificio de la misa, y en colocar la imagen del Christo Sepultado en su urna, todo con la maior dezencia, custodia y perfección, a fin de que estos vecinos tengan en este nuevo santuario y consuelo espiritual en que exercitar sus afectos diariamente, pues no se pase día alguno sin que se ande la vía sacra y si para el maior culto y permanencia de el fuese nezesario hipotecar o afianzar nuestras haciendas estamos promptos a escriturarlas en los términos que usted tenga por convenientes...”.
Tras la finalización de la ermita, el Prior daba los permisos pertinentes a las peticiones de Gabriel Alejandro Sanz. Entre ellas la edificación del campanario (en este caso una espadaña) junto con la colocación de una campana. Aunque no tenemos datos fehacientes que describan el acto, y siguiendo la tradición de la época, podemos decir que el bautismo de la campana lo hacía el obispo. Dudamos de la visita directa del Arzobispo de Sevilla a Zalamea para bautizar la campana del Santo Sepulcro, así que posiblemente lo hiciera algún delegado del mismo (el Visitador o el propio Prior de Ermitas). El rito indica que, ante la atenta mirada de los fieles, la campana suspendida sobre suelo unos metros, la presencia del celebrante vestido con traje pontifical, y el padrino de la misma (en nuestro caso Gabriel Alejandro Sanz), se procedía al bautizo con los elementos de rigor: el agua, la sal, los santos óleos, el incienso, la mirra y el turíbulo encendido. Tras el canto de los salmos, el oficiante bendecía el agua y rociaba con ella la campana “dándole el poder y la misión de ahu­yentar, en todos los lugares a donde llegara su eco, las potencias enemigas del hombre y de sus bienes: los de­monios, el relámpago, el granizo, los animales dañinos, las tempestades y todos los espíritus de destrucción.”  Los diáconos, a continuación, la lavaban por dentro y por fuera con el mismo agua bendecida. La ceremonia terminaba aplicándole a la misma las “unciones tra­zadas en forma de cruz con los óleos sagrados: siete por el exterior de la campana con el óleo de los enfermos, como símbolo de los dolores y la muerte del Salvador; y cuatro en el interior con el óleo de la confirmación, para significar la re­surrección de Cristo y las cuatro cua­lidades de los cuerpos resucitados: la agilidad, la claridad, la sutileza y la impasibilidad.”
El padrino elegía el nombre de la misma de entre los santos de la letanía. Gabriel Alejandro Sanz decidió que su campana, la del Santo Sepulcro de Zalamea la Real llevara el nombre de San José.



José Manuel Vázquez Lazo.