domingo, 12 de agosto de 2012

Vicealmirante Honorio Saturnino Cornejo Carvajal. Ministro de Marina nacido en Zalamea la Real.

Don Honorio Saturnino Cornejo Carvajal
La galería de personajes célebres de Zalamea la Real está cargada de importantes personajes de la vida pública española, en todas sus facetas. Dentro del espectro político, Zalamea tiene en su haber la distinción de poseer entre sus hijos a un Ministro del Gobierno de España: Don Honorio Cornejo Carvajal. Intentaremos ofrecer en este artículo un pequeño esbozo de su vida profesional y política para seguir mostrando las facetas más importantes de la historia de la localidad.
Honorio Saturnino Cornejo Carvajal nació, según atestigua su partida de nacimiento, en Zalamea la Real, en la calle Cruz, 3, el 29 de noviembre de 1861. Era hijo de los hacendados José Natalio Cornejo y Miguela Carvajal, y nieto de importantes propietarios de la localidad. Con 17 años, en 1878, estando a bordo de la fragata Asturias, fondeada en El Ferrol, ingresó en la Escuela Naval Flotante, donde desarrollaría sus primeros estudios en la Armada. Pronto comenzó a subir en el escalafón de oficiales: Guarda Marina de segunda en 1880, de Primera en 1883 y Alférez de Navío en 1884. En marzo de 1885 es destinado al apostadero de Manila, en Islas Filipinas, donde combatirá a piratas y contrabandistas. Pero la enfermedad haría que unos años más tarde hubiera de volver a España.
De nuevo en casa, fue destinado al acorazado Pelayo y posteriormente asistió a la Escuela de Torpedos a aprender sobre este nuevo arma naval. A finales del año 1889, tras aprobar el curso, fue destinado de nuevo a Manila, donde poco después recibió la noticia de su ascenso a Teniente de Navío. Allí se le encomendó el mando del cañonero Samar, hasta que hubo de volver de nuevo a España, otra vez enfermo, en 1883. En junio de este mismo año se le destina como agregado a la Comisión de Marina de la provincia de Huelva. Pero sus facultades de mando parece ser que pronto le encumbraron a otras tareas: primero se le destinó a la Ayudantía y a mediados de 1894 era nombrado Ayudante del Almirante Jefe de la Escuadra de Instrucción a bordo del crucero Alfonso XIII. De ahí pasaría con el mismo cargo al acorazado Pelayo y más tarde al Vizcaya. En 1896 se le da el mando del Torpedero Barceló hasta pasar un año más tarde a ser comandante del crucero Aragón.

En 1924 la actual C/ Olmos fue rotulada con su nombre.
Pero su cometido no solo estuvo en el mar, puesto que impartió clases como profesor de física en la Escuela Naval Flotante, hasta ser nombrado Teniente de Navío de primera clase en 1904 y ser destinado como segundo comandante al crucero Extremadura, primero, y a la corbeta Nautilus posteriormente. Tras ejercer importantes cargos en el Arsenal del Ferrol, en 1912 asciende a capitán y es destinado, en pleno conflicto del Rif, a ejercer de guardacostas en el Estrecho al mando del cañonero Infanta Isabel. Sus méritos le harán ascender a Capitán de Navío y comienza a ocupar cargos de importancia: primero como Jefe de la Primera Sección del Estado mayor Central de la Armada y a Secretario del Estado mayor Central, hasta que de nuevo se le destina al acorazado Alfonso XIII , aunque en esta ocasión colocándolo bajo su mando. En 1920 es nombrado Contralmirante y posteriormente Primer Teniente Fiscal del Consejo Supremo de Guerra y Marina.
Pero su meteórica carrera profesional aún daría un paso más arriba en el escalafón a inicios de la década de los años 20 del pasado siglo XX. Pero para describir su nuevo estatus, mostremos una somera descripción del contexto histórico de la España del momento.
La guerra mantenida con Marruecos entre los años 1909 y 1921 encontraría un poderoso rechazo social en la población española. Tras el desastre de Annual (1921), donde se perdieron miles de vidas españolas y gran parte del territorio ocupado a las kabilas rifeñas durante varios años, la indignación social en la Península creció aún más, haciendo blanco de sus críticas al Ejército y a sus altos mandos. La situación de guerra que se mantenía en el Marruecos español era de vital importancia estratégica, política, ideológica e incluso personal, pues la gran mayoría de los militares llamados africanistas, estimaban a esta zona como un objetivo prioritario para comenzar a crear el imperio español que antaño se había ostentado, algo necesario en aquellos años de imperialismo y colonización europea en África y Asia. Entre estos africanistas estarían muchos de los insurgentes de 1936: Franco, Millán Astray, Yagüe, Sanjurjo (que también atentaría contra la República en 1932),... y sobre todo el General Miguel Primo de Rivera, que actuaría de inmediato en la situación política del país. Ante este ambiente de inquietud revolucionaria y tras las desafortunadas campañas militares en Marruecos, el rey, junto al Ejército, decidieron intervenir directamente en la vida política nacional. El 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, asestaba un golpe de estado con el apoyo tácito del monarca y de parte de una sociedad castigada por graves problemas estructurales. De nuevo se apelaba a algo tan cotidiano en la vida política española como un golpe de fuerza para hacer cambiar un régimen por otro. Con este nuevo golpe de efecto Primo de Rivera trataba de dar un giro a las políticas de la Restauración, dando paso a un regeneracionismo que, sin embargo, a medio plazo no logró estabilizar y solucionar los problemas con los que se había encontrado tras el Golpe. El General trató para ello aislar a la vieja guardia de la etapa anterior de la política e implantar una serie de actuaciones intervencionistas en economía que pretendían relanzar al país, que se hallaba inmerso en una grave crisis desde finales del XIX.

Bandera de la Unión Patriótica de Zalamea la Real

Gran parte de la política de Primo de Rivera estuvo encaminada a lograr la estabilización de las relaciones entre una sociedad hastiada con la institución monárquica y la propia Monarquía, proceso que llevó a cabo torpemente, aislando a los partidos de talante republicano, que ya a finales de la década de los años veinte eran verdaderamente fuertes y problemáticos para el régimen. A ello unió su deseo de presentar a la Dictadura como un bien necesario para la nación, sobre todo tras el descalabro político que produjo los últimos años del anterior sistema político. Para ello intentó institucionalizarla a través de una Asamblea Nacional Consultiva, muy denostada por su escaso valor democrático; de una Constitución no menos estéril, puesto que su presencia no afianzaba la idea de instauración de un régimen democrático, sobre todo si tenemos en cuenta que el texto se concluyó en 1929 y ni tan siquiera se puso en vigor; y a través de un partido que dirigiera la vida política del país, como fue la Unión Patriótica, cuyo principal objetivo era acabar con el caciquismo heredado de la etapa anterior, basándose en una reorganización del organigrama político por medio de la agrupación de las derechas y, tal como nos dice Gil Pecharromán, de la intervención de una “izquierda domesticada”, donde el PSOE jugaría un papel importante y donde la UGT sería el nexo entre el Gobierno y el Movimiento Obrero. Como indica el historiador zalameño Antonio Ramos Oliveira al describir las actuaciones del general Primo de Rivera, “...la multitud nunca le odió, porque la Dictadura fue un Despotismo templado y Primo de Rivera no se deshonró con la crueldad del Tirano”.

Portada de bienvenida al Vicealmirante en su visita a Zalamea (1927)

Es en este contexto cuando nuestro célebre personaje obtendrá su máximo honor político y profesional. Una vez consumado el Golpe de Estado del General Primo de Rivera, su meteórica carrera se consolida. En septiembre de 1923 es nombrado segundo Jefe del Estado mayor Central y en mayo del año siguiente Subsecretario de Marina. A finales de año consigue su máximo escalafón militar: Vicealmirante. Estando en la reserva, el dictador le nombra, en diciembre de 1925 Ministro de Marina, hasta el mes de noviembre de 1928, en que solicita su dimisión al rey Alfonso XIII. Honorio Cornejo Carvajal ha sido el único Ministro de Marina de una tierra marinera como es Huelva, lo que añade un valor singular a la biografía de este personaje.

Respecto al periódo en Zalamea la Real, decir que el 2 de octubre de 1923, tras ser consumado el golpe, se procedía a sustituir en sus cargos a la corporación zalameña en pleno. La sesión, presidida por el Teniente de la Guardia Civil de la villa, Antonio Pérez Lázaro dio paso a la formación de la “Junta de Asociados” que formaría el nuevo Ayuntamiento el municipio en base al Real Decreto de la Presidencia del Directorio Militar de 30 de septiembre. Tras la votación secreta, saldría elegido como alcalde el mayor contribuyente, José Manuel Lancha Pichardo. Acto seguido se procedió a la elección del resto de cargos municipales. A partir de entonces, el Consistorio zalameño comenzaría a organizarse y a trabajar siguiendo las páutas políticas e ideológicas del nuevo régimen. Una de las primeras fue la formación del partido único existente (y legal) de la etapa: la Unión Patriótica. El Consistorio aún mantiene entre su patrimonio histórico un singular pendón de la sección zalameña de la UP para contento de los investigadores. (al menos hasta hace pocas fechas era visible en las dependencias del archivo municipal, donde fue hallado en la reorganización realizada en el mismo en el año 2008).  Posiblemente dicha banderola se confeccionara para conmemorar la visita del Vicealmirante a Zalamea la Real.

Bando municipal informando de la visita ministerial.

El 5 de agosto de 1927 visitó su pueblo natal, donde creó una gran expectación - por primera vez un ministro llegaba a la localidad, y la expectación era más, si cabe, teniendo en cuenta que era oriundo de Zalamea-. El ayuntamiento había realizado una llamada a sus conciudadanos para que tal día asistieran a la recepción de tan ilustre paisano: “...la empresa que os encomiendo y os encarezco es ardua y al parecer superior a nuestras escasas fuerzas, porque, no ignoráis, que nuestro ilustre paisano viene a Huelva representando al Gobierno en fiestas de inusitado esplendor como son las Fiestas Colombinas, y que, en ellas, habrá de verse rodeado de toda suerte de honores y de todo linaje de acatamientos que su persona y a la representación que ostenta, dentro de un marco insuperable por el brillo, galas y esplendor que prestan en tales casos la concurrencia de fuerzas del Ejército y de la Marina. Pero todo ello, con ser mucho, no es bastante para anular, ni siquiera para aminorar el bien cimentado arraigo de nuestro entusiasmo, porque allí donde no llega la manifestación esplendorosa se suple con la efectiva, y así, yo espero de vosotros en este día, que vuestros corazones se fundan en un solo corazón desbordante de entusiasmo y vuestros gritos se confundan también, en uno solo, para aclamar y ensalzar, como es debido y se merecen los justos títulos del ilustre hijo de Zalamea”. El pueblo le ofreció un gran recibimiento. Ese mismo día, con el Ministro presente, se rotuló la calle Olmos con su nombre. El 26 de noviembre de 1924 el consistorio, por unanimidad, ya le había nombrado hijo predilecto de la villa. Se le reconocían sus méritos incluso antes de ser nombrado por Primo de Rivera al frente del Ministerio de Marina. A él se debió la reconstrucción de las Casas Consistoriales que se encontraban en muy mal estado por aquella fecha.

Otra perspectiva del arco conmemorativo de la visita del Ministro

En 1930 se daría fin al periodo de gobierno de Primo de Rivera. La etapa de Dictadura comenzada en septiembre de 1923, al igual que ocurrió con la vuelta de la Monarquía tras la I República, tampoco acabó por dar soluciones a los principales problemas estructurales que el país venía padeciendo desde hacía demasiado tiempo.
Honorio Cornejo Carvajal  falleció en Madrid en el año 1937.

José Manuel Vázquez Lazo.
La provincia de Huelva. Historia de sus villas y ciudades